A Utopia Glamping se llega por la vía al Llano desde Bogotá a Villavicencio, son 123 Km, buena ruta si no fuera por los problemas del km 58, desde Villavicencio se continúa hasta la Vereda “La Bella Suiza” a 20 Km, buena carretera y bonito paisaje. A la llegada nos extraviamos al no encontrar el lugar, por falta de señalización (muy discreto), Muy amable el joven que nos recibió. Un cóctel de tequila de maracuyá fue el comienzo de una agradable y amena estadía, sus anfitriones Sebastián y Dani con su amabilidad generan confianza y tranquilidad, el recorrido, un camino en piedra, del sitio de parqueo hasta la unidad habitacional es de unos 100 metros que se camina en oscuridad total, seguramente pondrán antorchas o algo similar lo que hará romántico y ameno el tramo.
Al llegar a la campaña la sorpresa es bien grata, la estancia habitacional, es glamurosa, encima de la amplia cama un obsequio de manjares de la región , al costado derecho un escrito en una pantalla que imita un televisor te da la bienvenida junto con una tarjeta personalizada, además una botella de vino y dos copas le dan el magnífico toque final a la bienvenida perfecta, se nota que han pensado cada detalle, es que hasta los insectos lo comprenden y hacen silencio para que el momento quedará grabado en nuestra mente. La nevera, el aire acondicionado, las toallas , la levantadora,la cómoda, la colcha y un baño super amplio y elegante y cómodo, pensado para el uso simultáneo de la pareja con dos duchas y dos lavamanos. Todo dispuesto ,cada cosa, donde debía estar.
La noche a pesar de que no dejó ver sus lucecitas titilantes, tal vez creyendo que la gente no la miraría celosa de aquella estancia, no pudo dejar de ser, y nos envolvió con su embrujo sin poder evitar hacer parte de aquel entorno que invitaba a “soñar”. Así fue.
La madrugada y ya con los sentidos descansados se nos vino encima, mágica, lejana y cercana a la vez; el mugir de las vacas; el lamento del toro enamorado; el gallo ansioso; las aves gritonas y los micos revoltosos, entonces sin saber si correr a buscar ayuda, decidimos quedarnos y “asustarnos” con la naturaleza. Fue así que con aquel concierto tuvimos la excusa perfecta para volver a soñar, y nuevamente un descanso.
Un café deliciosamente amargo y un exquisito jugo de naranja nos salvaron la vida. Fue como regresar, volver a la realidad y vernos allí como pequeñines sin saber que hacer de primeras; la hamaca; el jacuzzi; el sendero ecológico o el café, la aventura tuvo que esperar. Y tuvo que esperar más, cuando al momento llegó un rico y glamuroso desayuno de huevos al gusto, con patacones para mi y yogurth con cereal para ella, todo servido con fino detalle y preparado con sutil deleite, y para sorpresa nuestra como siguiendo un libreto fueron pasando las vacas, serias y altaneras con sus terneros saltando cual saltimbanquis de alegría, ¡Que espectáculo! ¡Qué desayuno!
El día amangualado con la noche y se obstinan en no dejarnos usar el jacuzzi, ni la hamaca, y una lluvia menudita nos boicoteo, pero no se salieron con la suya, apareció una sombrilla retráctil con un diámetro de 4 metros que íbamos ubicando a medida que el divertimento nos lo solicitaba.
La lluvia dio tregua y nos lanzamos a la aventura del camino ecológico, donde en varias ocasiones “arriesgamos la vida”, primero atravesando un río por encima de un puente colgante como el de Indiana Jhon, luego en la espesa selva macondiana mientras los micos danzaban encima de nuestras cabezas.
Esta vez el Llano nos quedó debiendo el Sol, pero Utopia Glamping ya lo tenía todo previsto.
He ahí a Utopía.